En nuestra estancia en Ponferrada, quisimos ir a ver un viejo monasterio en Montes, un pueblo de por allí, David quería sacarme fotos así que me vestí toda peripuesta yo, para que el niño estuviera contento, claro está, que tampoco es que yo fuera a disgusto, pero hacía un frío de cojones... y entre manta y manta hicimos las fotos.
La pena y el pesar vinieron cuando dijimos "hagamos unas fotos en el riachuelo" y yo metí mis finos deditos en el agua con mi alianza puesta y del frío mis deditos se encogieron dando paso a un funesto suceso: la pérdida del anillo...
Aún pienso en el desgraciado que dentro de no se cuántos años encuentre mi anillo, mi tesoro, en el fondo del río cual Gollum con el anillo de poder.
